2.1.08

Luna de Paita

Entrevista de Olimpio Minolta al novelista Juan Tumbes, en su exilio interior

Juan Tumbes nos recibe en su casa de Piura y Chiclayo, cabecera de playa que ha levantado este socialista radical en las entrañas de la bestia capitalista, en pleno corazón de Miraflores.

Mientras conversamos con él, las reliquias de toda su vida nos observan desde las paredes: sus máscaras africanas, sus caretas de diablada puneña, sus cabezotas de yeso de carnaval altoandino. Sus pasamontañas negros y pañoletas blanquirrojas con las iniciales M,R,T y A --cuyo sentido se me escapa-- parecen mirarnos desde el cielo.

Ese cielo que Tumbes quiso tomar por asalto en los años cincuenta, asediar a punta de fusil y bayoneta en los sesenta, emboscar y volar en pedazos en los ochenta, invadir al primer descuido del guachimán en los noventa, y que ahora posee legalmente desde que, en el año 20006, fuera empadronado para titulación inmediata por los ministerios de Cultura y Vivienda.

Tumbes viste una militante casaca china con cuello Jorge Chávez. Constatar eso, por un momento, me hace pensar en lo universal que se ha vuelto la fama de nuestro primer mártir de los deportes de aventura. Tumbes tiene una cabeza enorme y un penacho inquieto de pelos plateados que, cuando se agita y se remece espasmódicamente, parece barrer la nube de estreptococos que flota en el aire limeño. Le pregunto:

-- Su primer libro, "El viejo saurio de retira", marcó de manera indeleble el devenir inmediato de varias generaciones de narrativa peruana. Tantos años más tarde, ¿qué sabor de boca le deja ese recuerdo con el que, de modo audaz, abro esta entrevista, señor Tumbes?

-- "El viejo saurio de retira" no es un libro mío. Es de Miguel Gutiérrez.

-- Tomo nota del dato, para confirmarlo después... Pero no evada la pregunta.

-- ...

-- Pasando a otro tema. ¿A qué se debe que sus libros más recientes --sobre todo los que ha escrito después de cumplir los noventa y cuatro años de edad-- carezcan de ese espíritu juvenil y esa vitalidad exultante que derramaban lisura en sus primeros libros?

-- La edad me ha vuelto más sabio y más recóndito; ahora encuentro que mis viejos libros parecen escritos por otro, los leo con ternura y con admiración por las evidentes luces del genio que los alumbró, pero he dejado de reconocerme en sus páginas. Por ejemplo, leo "El aleph" o "La casa verde" y juraría que yo no los escribí.

-- Yo juraría eso mismo...

-- Ahí tiene. ¿Se da cuenta? Es una sensación que comparto con otras personas, hasta con gusarapos incultos como usted, gente de la masa retardataria, abismal, cucarachesca, verecundiosa, que la revolución y mis libros han de redimir algún día y convertir en laboriosa vanguardia proletaria.

-- Usted me abruma con su sapiencia.

-- Bien, mire usted: el otro día estuve ojeando la primera edición de mi libro de cuentos "Efebo en Armenia", que, como se sabe, marcó un hito en la literatura peruana por ser el primer conjunto de relatos de temática homosexual contados desde un punto de vista solapamente homofóbico por un narrador que lo observa todo desde el interior de un closet, con telescopio.

-- Sutil sin duda.

-- Así es. Ejemplo de ello es el cuento inicial, "Efebo en Armenia", en el que un bello fauno adolescente es agredido por decenas de desconocidos en las calles de Yerevan, solo para que --al cabo de un sinnúmero de divertidas peripecias históricas que abarcan casi dos páginas a espacio simple-- todos los armenios que han agredido al protagonista acaben siendo víctimas de un desagradable genocidio (que después se ha hecho sumamente popular). El cuento, claro, planteaba dudas morales, pero en este momento se me escapan.

-- Volviendo al tema de la entrevista, ¿desde cuándo ha venido trabajando usted en su novela más reciente, la titulada "Luna de Paita"?

-- Desde mi más tierna infancia, porque para escritores como yo nuestras vidas son los ríos que van a dar a esa mar que es el libro, que es el morir. Y viceversa, aunque eso no siempre lo he sabido explicar.

-- "Luna de Paita" cuenta una historia vivaz, jacarandosa, no poco estupefaciente.

-- Así es. Se trata de un joven norteño que, con una cañita que encuentra tirada en el arrozal, un rollo de papel higiénico de hoja doble y el pabilo de un cajón de papayas, construye una nave para viajar a la luna. Piensa llegar al romántico satélite en el cuadragésimo aniversario del alunizaje de Neil Armstrong, pero en cambio desembarca en otro lugar: es la luna de Paita, que flota redonda y naranja sobre el mar de Grau. Allí clava una bandera peruana. Pronto, llegan otros pobladores norteños, que amontonan sus esteras sobre la superficie craterosa y fundan el Asentamiento Humano Keiko Sofía Fujimori, segunda etapa (en un sueño, al protagonista se le aparece la mismísima Keiko: redonda y naranja y con pequeñas naves espaciales que descienden sobre ella; es una mise en a
bîme).

-- ¿Se puede preguntar qué sucede luego?

-- Sobreviene la guerra popular, obviamente, porque ese es el destino de todas las sociedades. La revolución siempre llega y la burguesía cae por su propio peso. El asunto es que, claro, en la luna las cosas caen con mayor lentitud. Por eso es que la novela tiene seis mil cuarentidós páginas.

-- ¿Esta novela fue difícil de escribir?

-- Lo fue. "Luna de Paita" la escribí con el corazón en la mano y así es difícil agarrar el lapicero. A ello se debe que, según me dicen, largos pasajes de la novela resulten mayormente ilegibles.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no sé quién será la persona a la que le están tomando el pelo, pero igual me han hecho reir.

Anónimo dijo...

Parece Reynoso pero es exactamente Reynoso. Buen texto!

Anónimo dijo...

Una pregunta adicional, maestro Tumbes, ¿qué respondería usted a aquellos renacuajos insignificantes que califican a su Obra de banal, adocenada, previsible, tediosa y tan estimulante al paladar espiritual como mazamorra de vitaobo?

- Les diría que vengan a decírmelo personalmente y que después ya verán si me encuentran o no estimulante, atorrantes de m...

- Usted siempre fino y valiente, maestro..., igual que la gente de antes.

- Por supuesto, adefesio. Cholo soy, y no me compadezcas!

Rorschach dijo...

¿Quién es este Chancapiedra que parodia el lenguaje inconfundido del maestro Juan Tumbes oído a través de la voz de Olimpio Minolta?

Anónimo dijo...

aaaaauummmmmmmmmm, rorschach eres very bore...

Anónimo dijo...

¿"Olimpio Minolta"? Bien antediluviano tu personaje. Al menos le hubieras puesto "Wordstar".

Anónimo dijo...

se dice "very boring"

Anónimo dijo...

http://puenteareo1.blogspot.com/2005/11/la-leccin-de-la-inseguridad.html

Rorschach dijo...

¡"Very bore"! Por qué los bloggers sienten tanta necesidad de hablar espanglish si no saben nada de inglés. Cosas (raras) veredes...